Para lograr la máxima eficiencia organizativa, lo expertos dicen que hay que centrarse en una cosa

La iteración se ha convertido en una marca de identidad del mundo empresarial. En lugar de invertir años en hacerlo bien, el principio de iteración implica lanzar una versión básica de un producto y, luego, perfeccionarlo en el mercado en función de los comentarios de los clientes y otras investigaciones. En otras palabras, se trata de mejorar continuamente los productos y procesos para que funcionen de forma eficiente.

Según McKinsey, introducir cambios pequeños y graduales de forma continua puede ayudar a empresas de todos los tamaños y en cualquier etapa a alcanzar la máxima eficiencia organizativa. Para adelantarse a la competencia, las empresas necesitan cuestionar su forma de trabajar y mejorar la eficiencia al establecer una cultura en la que todos los aspectos de la organización se evalúen en una práctica habitual y continua.

Los cambios pequeños y frecuentes suman

La mejora continua, como la define McKinsey, no es algo que se realiza a un proceso o producto en concreto. Más bien es un rasgo organizativo en el que todos los aspectos del trabajo (desde las herramientas utilizadas hasta los procesos en juego) se supervisan, evalúan y optimizan. Esta evaluación continua arroja luz sobre lo que funciona y lo que no, lo que permite introducir y probar nuevos y mejores enfoques. 

Y aunque la mejora continua puede también abarcar grandes cambios, por lo general no consiste en revisiones completas. En cambio, las organizaciones que se centran en la mejora continua a menudo buscan soluciones de fácil aplicación que puedan mejorar o eliminar rápidamente los procesos ineficaces y los obstáculos, a fin de impulsar la productividad y ayudar a toda la organización a ser más productiva. 

Las empresas que se destacan en la mejora continua lo consiguen de tres maneras clave:

• Buscan pequeñas y grandes formas de innovar en lo que hacen. 

• Involucran a todos los empleados en el proceso, lo que permite el intercambio de conocimiento y la generación de ideas para mejorar.

• Exploran activamente las formas de ofrecer mejores experiencias a los clientes y responder a las influencias externas que afectan a la empresa. 

Este cambio de perspectiva abre oportunidades para hacer cambios pequeños y frecuentes que pueden tener un gran impacto: en un ejemplo, McKinsey cita a un cliente que redujo los ciclos de prueba de los productos en un 80% al introducir un flujo constante de pequeños cambios en la forma de colaborar de sus equipos de ingeniería y prueba.

Convierta su organización en una máquina de mejoras continuas

La mejora continua no ocurre por accidente. Con el fin de capacitar a los empleados de todos los niveles para identificar oportunidades y mejorar la eficiencia, las organizaciones necesitan tres cuestiones vitales:

La transparencia de resultados: No puede encontrar oportunidades de mejora si no sabe cómo funcionan sus esfuerzos actuales. Compartir objetivos de la empresa y de los departamentos, así como la evolución de los resultados con respecto a dichos objetivos, para identificar áreas de mejora. Las métricas de rendimiento en tiempo real permiten al personal ver lo que funciona y lo que no, así como el modo en el que acciones específicas afectan los resultados.

El intercambio de conocimiento: Para tener un impacto significativo, las prácticas deben extenderse en toda la organización. Establecer un centro de excelencia para ayudar a reducir los silos y promover la difusión de procesos y herramientas mejoradas que impulsen los resultados en toda la empresa. Crear un portal centralizado basado en esos aprendizajes para facilitar el acceso a la información necesaria para implementar las nuevas prácticas recomendadas.

La participación de los empleados: No hay individuos mejor posicionados para identificar los problemas del proceso y las oportunidades de mejora que los que hacen el trabajo. La mejora continua requiere un enfoque “ascendente”, en el que se anime a los trabajadores a compartir sus ideas y se los capacite para introducir soluciones. 

El éxito en los negocios a menudo se reduce a la capacidad de identificar y ajustar rápidamente los elementos de bajo rendimiento para que funcionen con más eficiencia. Al cambiar su cultura interna, las organizaciones pueden transformarse en máquinas de mejora continua, aumentar la eficiencia y, en definitiva, conseguir más resultados. 

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